La Riviera Maya es un destino turístico muy solicitado, no necesita apenas presentación alguna. Todos hemos visto alguna vez uno de esos carteles lleno de palmeras y playas paradisiacas que se exponen en los escaparates de las agencias de viajes, o conocemos a alguien que ha pasado su luna de miel en un resort impresionante bebiendo agua de coco y bañándose con delfines en un mar turquesa. El caso es que esa fotografía que tenemos de la Riviera Maya es un tanto reduccionista frente a todo el abanico de posibilidades que ofrece el lugar, capaz de saciar cualquiera de las apetencias de sus visitantes.
En primer lugar, Yucatán tiene una gastronomía que no dejará indiferente a ningún paladar. Disfrutar de los puestos callejeros es una experiencia en sí misma donde, además de conocer de primera mano la comida local, te mezclarás con ese ambiente vibrante que florece en cada esquina de sus bulevares de agua de maracuyá y olor a tacos recién hechos. Infinidad de restaurantes, tanto dentro de los complejos turísticos como en las playas, pueblos y ciudades exhiben una oferta gastronómica exuberante. No te marches de La Riviera sin probar sus ceviches, sus guacamoles, las enchiladas o los burritos.
El segundo punto a subrayar es la inmersión en la cultura maya que todo viajero experimenta al pisar estas tierras. La península está repleta de vestigios arqueológicos de esta cautivadora civilización. Chichén Itzá es la joya de la corona, no cabe duda, pero nada tienen que envidiarle las ruinas de Cobá o Tulum. En todos estos lugares, los guías te llevarán hasta el corazón de este impresionante pueblo: su arquitectura, sus creencias, sus organizaciones sociales y sus rituales. Es difícil que el visitante no se sienta influido por la espiritualidad de estos lugares y por una cultura que todavía sigue viva en las comunidades mayas actuales.
Riviera Maya es pura aventura, y tiene todos los ingredientes necesarios para que tu estancia sea inolvidable si lo que buscas son emociones excitantes y vivencias únicas. Lo mejor de todo es que esas experiencias siempre van a estar cubiertas de un halo cultural y dentro de un marco incomparable, ya sea en el mar o en la selva. Y es que el abanico de posibilidades va desde bucear en el mar Caribe con tortugas y mantas rayas, o navegar en catamarán hasta las islas cercanas a la costa, pasando por realizar una ruta en quad por la jungla hasta los cenotes más bellos y las grutas subterráneas más impresionantes. Los guías locales son grandes conocedores de estos parajes, de su mano podrás conocer la historia geológica de la zona, su botánica y su fauna. En este sentido, cabe destacar el mimo con el que los monitores de las excursiones cuidan su entorno, a la vez que conservan y promueven la sabiduría del pueblo maya. El visitante se nutre de su respeto por la naturaleza y el sentido profundo de conexión con la misma que este pueblo ha conservado durante miles de años.
Esta es la otra Riviera Maya, la que no sale en ningún póster ni reportaje, en la que uno experimenta de pleno la aventura y la inmersión cultural, el respeto por la tradición y la belleza salvaje de este mágico rincón del mundo. Por supuesto, si uno busca lujo, exclusividad, o simplemente tranquilidad, la oferta de hoteles, villas, resorts y alojamientos vacacionales es inmensa y ajustada a todos los bolsillos. En cuanto a ocio nocturno, la oferta es prácticamente infinita y para todos los gustos. Desde Cancún a Tulum podrás encontrar todo lo que desees en este sentido: bailar toda la noche por los locales de la Quinta Avenida de Playa del Carmen, dejarte llevar por el encanto de los clubs de playa o asistir a fiestas inolvidables en los cenotes de la selva, ¡no tendrás tiempo para aburrirte! Riviera Maya es, por tanto, lo que tú quieras y busques. Es sol y playa, pero también selva y cenotes; es hamaca y mojito, pero también bulevares repletos de gente y tacos recién hechos; es tranquilidad y exclusividad, pero también aventura y cultura.